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Fiel a su compromiso con la difusión de la investigación del cáncer, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) estuvo presente en el 13º Congreso del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC), que se celebró los días 16, 17 y 18 de noviembre en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura (Madrid) bajo el lema ‘Las grandes historias comienzan aquí…’.
Durante todo el fin de semana, varios investigadores voluntarios recibieron a pacientes, familiares y otros asistentes, resolvieron sus dudas, les escucharon y les ofrecieron información sobre el Centro y sobre las últimas investigaciones en torno a esta enfermedad. Se trata de una actividad que pone en contacto los dos extremos de una extensa cadena que comienza con los investigadores y termina en los pacientes, y en la que participan médicos de familia, oncólogos, familiares, asociaciones y empresas farmacéuticas.
Compuesto por 87 organizaciones de pacientes con cáncer, GEPAC organiza anualmente este Congreso que ha sido declarado de interés sanitario por el Ministerio de Sanidad y la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, y cuyo objetivo es ofrecer a pacientes, familiares y profesionales, acceso a los últimos recursos e información en torno a los nuevos avances científicos. En la edición de 2017, fue avalado por 56 sociedades científicas y participaron 125 profesionales sanitarios, contando con la asistencia de más de 2.300 personas entre pacientes y familiares.
Estas son las valoraciones de algunas voluntarias que participaron en el Congreso para estar más cerca de los pacientes:
“Siempre procuro involucrarme en este tipo de iniciativas que dan visibilidad y acercan la ciencia a la sociedad, si bien es cierto que el contacto directo con pacientes a priori me resultaba un desafío emocional”, explica Cristina Tejedo, del Grupo de Melanoma. “Fue muy gratificante recibir sonrisas y agradecimientos por parte de quien el cáncer se ha convertido en un objetivo a batallar. Participar en este tipo de iniciativas como voluntaria me impulsa a seguir lidiando como científica en lo que es nuestro propósito común, el cáncer”.
Ana Cuadrado, del Grupo de Dinámica Cromosómica, añade: “Considero que los investigadores tenemos el deber de transmitir el esfuerzo que realizamos cada día para intentar descifrar las causas por las que se desarrollan los distintos tipos de cáncer. Personalmente, como científica, esta experiencia me ha permitido poner en valor la importancia para la sociedad de un trabajo que, por su naturaleza compleja y los tiempos tan dilatados que requiere, corremos el riesgo de limitar exclusivamente a la divulgación en foros científicos. El contacto con los pacientes nos permite entender y valorar nuestro esfuerzo, es extremadamente gratificante y estimulante, además de necesario para mantener la ilusión, calidad y rigurosidad que requiere”.
“Es una experiencia personal muy enriquecedora, para mí es una manera de poner los pies en la tierra”, dice Sonia Hernández, de la Sección de Señalización Celular CNIO-Lilly. “Debemos salir de los laboratorios de vez en cuando. Este tipo de iniciativas son el mejor lugar para escuchar, empatizar con los pacientes, ‘recargar las pilas’ y recordar que merece la pena seguir investigando. También es una oportunidad de poder hablar con los médicos, que necesitan de nuestra ayuda y conocimiento, como nosotros la suya; y con los familiares y cuidadores de los enfermos, que se hacen expertos en el tema, pero buscan información fiable y veraz. ¿Quién se la puede dar mejor que nosotros?”.