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Cristina Aranda, lingüista y co-fundadora de la tecnológica Big Onion, durante su charla WISE en el CNIO. / A. Tabernero. CNIO
La co-fundadora de la empresa de solucionadores digitales Big Onion ha impartido una conferencia sobre La diversidad, la principal palanca de innovación, dentro de los seminarios de la Oficina de la Mujer en la Ciencia (WISE) del CNIO
“Me hice lingüista para forrarme”, afirmó Cristina Aranda, provocativa, en referencia al auge que está alcanzando su área con la Inteligencia Artificial (IA) y la necesidad de que las máquinas entiendan el habla humana
“Habría que empezar por dar más presencia en los contenidos educativos a mujeres que han hecho muchos avances, y a las que ni se menciona”, señaló la ponente
Cristina Aranda empezó su intervención en el Auditorio Margarita Salas del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) rompiendo estereotipos: “Me hice lingüista para forrarme”. Aranda procede en efecto del mundo de las humanidades, un ámbito que el imaginario colectivo asocia más a las bibliotecas que al boom tecnológico y los negocios. Pero Aranda es co-fundadora de Big Onion, una empresa de solucionadores digitales que diseña “estrategias de tecnologías exponenciales”, así como de Mujeres Tech; del centro ELLIS Alicante dedicado a Inteligencia Artificial (IA); y de la comunidad Spain AI Aragón. En efecto, Aranda demostró con su charla que, en la era de la comunicación personas-máquinas, la lingüística se ha convertido en una de las disciplinas más demandadas.
“La ciencia conoce el mundo, la tecnología lo transforma”, dijo Aranda, quien además está considerada una de las mujeres más influyentes de España tanto en el sector tecnológico como del emprendimiento. Su charla, dentro de los seminarios organizados por la Oficina de la Mujer en la Ciencia del CNIO y titulada La diversidad, la principal palanca de innovación, estuvo centrada en la Inteligencia Artificial. Su mensaje principal: es crucial que la IA aprenda de personas de sexo, cultura, procedencia, religión… diversos.
Aranda explicó las bases de la IA y cómo esta bebe de los datos. “Vivimos en la época en que más datos se están produciendo”, recordó. Con estos datos aprenden las máquinas. Este aprendizaje puede ser supervisado por personas, o puede ser la máquina misma la que se retroalimente y aprenda. Esta última modalidad es el deep learning, “lo que más miedo da”, señaló la ponente, “porque supone que la máquina tome decisiones; lo que hay que ver es en virtud de qué variables está tomando esas decisiones”.
A la dependencia de la IA de los datos se suma la del lenguaje, lo que ha llevado a que “la lingüística sea una especialidad en auge, muy demandada, porque la lengua se ha convertido en un motor de la tecnología”, aseguró Cristina Aranda.
La ponente insistió que aún queda mucho por hacer, “en España hay que trabajar la calidad del dato”. ¿Por qué para los traductores automáticos “a nurse” en español suele ser femenino, y “doctor”, masculino? ¿Por qué a “una eminencia médica” se le suele ser asignar sexo masculino?
Respecto al ámbito educativo, esta experta aseguró que “en los currículos de Filología de las universidades no se han incluido aún enseñanzas relacionados con el lenguaje computacional (…) Tenemos que buscar estos conocimientos en otros ámbitos, en estudios de posgrado propios o en másteres de algunas universidades”, añadió.
Para que haya más mujeres en el ámbito tecnológico, Cristina Aranda opina que “habría que empezar por dar más presencia en los contenidos educativos a mujeres que han hecho muchos avances, y a las que ni se menciona”.