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La cineasta Chus Gutiérrez posa a la entrada del CNIO junto a la estatua Intra-Venus, obra de la artista Marina Vargas. / Laura Lombardía. CNIO
Un equipo que rueda una película y un grupo de investigación no son tan distintos, teniendo en cuenta que ambos están hechos de personas. Por eso, cuando la cineasta Chus Gutiérrez cuenta en un centro de investigación de excelencia su visión sobre el trabajo en equipo, un auditorio lleno la escucha con reverencia. Acudió al Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) invitada por la WISE (Oficina de la Mujer y la Diversidad en la Ciencia), a hablar de Gestión de Equipos desde una Mirada Feminista.
Gutiérrez destila en palabras décadas de experiencia. Es una de las máximas representantes de la nueva generación de directoras de cine en España. Cuenta con una sólida trayectoria como directora y guionista, que incluye, entre otros, trece largometrajes y otros tantos cortometrajes. Fue nominada a los Premios Goya como Mejor Directora Novel en 1992 por Sublet y en 2001 su película Retorno a Hansala recibió otras tres nominaciones a Mejor Actriz Revelación, Mejor Canción Original y Mejor Guion.
“En mis rodajes se habla en femenino”, dice desde el principio de su intervención Chus Gutiérrez. “Es un detalle, pero es revolucionario, porque se pueden cambiar muchas cosas desde dentro”.
Son varios los ‘detalles’, que la cineasta considera cruciales, a la hora de configurar un buen equipo. Uno es la diversidad “no solo de género, sino también de procedencia, de edad…. Me gusta estar con gente joven, pero también contratar mujeres de mi edad, porque me gusta estar con mis contemporáneos, con personas con las que comparto experiencia”.
Otro punto importante, “en el cine, y creo que en todo, es saber escuchar”, prosigue. “Trabajamos con gente de mucho talento, por eso está donde está. He aprendido a aprovechar el talento de los demás. Para eso tienes que respetar, saber escuchar, estar abierta y ser generosa”.
La gente es más feliz sin enfrentamientos
Una de las habilidades más valiosas adquiridas a lo largo de su carrera, dice Gutiérrez, es la de resolver conflictos: “En los rodajes pasamos muchas horas juntas, algunas de enorme tensión, porque hay presiones, crisis que superar. Hay relaciones muy intensas condensadas en el tiempo, y eso crea tensiones entre equipos. Lo mejor que he aprendido en mi carrera es a escuchar para frenar esos enfrentamientos, sin que quede una rémora. Y he descubierto que la gente es más feliz sin enfrentamientos”.
Otro aprendizaje esencial: “El ego no sirve para nada”, dice, contundente. “El ego es el gran destructor de la sociedad actual. Desde que he empezado a matar mi ego soy mucho más feliz, y hago más feliz a la gente con que trabajo”.
Matar el ego ayuda, entre otras cosas, a “permitirme a mí misma el lujo de cometer errores. Todos cometemos errores, yo la primera. Al principio da vergüenza, sí, pero luego ves que no es tan importante. Y cuando le quitas importancia te das cuenta de que los demás tampoco se la dan. No eres tan importante. Ahora bien, hay que ser generosa: si yo me permito el lujo de cometer errores, también los demás pueden”.
Trabajar en equipo también tiene que ver con ser consciente de en qué lugar está el otro. “Mi equipo no son robots, yo trabajo con personas que pueden atravesar situaciones que afectan a su trabajo. Y creo que una mirada feminista me ayuda a entender el lugar en que están los demás. El feminismo es para todos: si tienes hijos tienes que poder cuidarlos, seas padre o madre”.
“El poder sigue siendo masculino. Sigue habiendo muy pocas mujeres dirigiendo países. Pero tenemos que seguir cambiando el mundo, aunque sea con pequeñas cosas, que lo cambian porque son nuestra manera de estar en él. Una manera de estar compasiva nos hace más felices a todos”.