Copos de plata y de sombras en caída oblicua1
En el trabajo comisionado a Dora García por el CNIO para su séptima edición, y que ha resultado ser una película titulada End, la artista ha escogido uno de sus medios más recurrentes, el cine, pero también la escritura y la performance, y todos ellos como dispositivos organizados de tal modo que funcionan como resortes para estimular nuestras capacidades a la hora de interpretar crítica y poéticamente las imágenes y los discursos que habitan, en este caso, este relato fílmico.
El macroecólogo David Nogués-Bravo, fue elegido también por el CNIO para complementar la dupla artista-científico en la que se sustenta el programa anual de CNIO Arte. En su primer encuentro con Dora García, ambos deciden viajar juntos al archipiélago de Svalbard, en el Ártico, para conversar e iniciar su futura colaboración sobre la cuestión del cambio climático y la pérdida de la biodiversidad biológica.
Así comenzó, en los primeros días del pasado mes de agosto, el proyecto de Dora García que hoy conocemos como End y que la artista visualiza desde muy pronto como una película articulada por imágenes, sonidos y palabras: Landscape, Soundscape, Mindscape. El abundante material que se grabó en las tres direcciones mencionadas ha sido editado por la propia artista como un prólogo que, entendemos constituye el inicio de un proyecto venidero más extenso. En efecto, End (un prólogo), recoge las ideas, opiniones y advertencias de Nogués-Bravo sobre lo que podría llegar a ser, en corto tiempo, la sexta extinción masiva. De fondo, algunos escenarios naturales de Svalbard y también de su reciente arqueología industrial; escuchamos además algunas preguntas dirigidas al científico, y realizadas por la propia artista y otras personas detrás de cámara.
Abriendo y cerrando este prólogo, las imágenes dan cuenta de la potencia de uno de los glaciares de Svalbard, frontalmente y a vista de dron; su presencia monumental inmensa se acompaña de un sonido doble, por una parte, un rumor industrial constante, y más cerca, como en el interior de nuestros tímpanos, los sonidos del agua líquida y sólida en colisión.
Cuando parece que End y su prólogo van a finalizar, comienza inesperadamente A second prologue. La naturaleza de las imágenes de este segundo prólogo es radicalmente diferente. Mientras que en el primero acontece el argumentario científico, los datos, las amenazas y los peligros, la urgencia por convocar una conciencia colectiva, la responsabilidad política… y todo ello en boca de una voz autorizada desde la ciencia; en la segunda parte, la propia artista elige —como si se tratase de una especie de réplica al prólogo inicial— un registro que conoce bien, desde el arte, y especialmente desde la esfera de lo irreal y lo imaginario, del delirio narrativo. Las imágenes nos muestran a la coreógrafa y performer noruega Mette Edvardsen leyendo (aprendiendo) con dificultad la última página de Finnegans Wake (1939). Nuevamente James Joyce, un autor sobre el cual Dora García ha trabajado obsesivamente en los últimos años, y en particular a partir de su obra más críptica y compleja. En el texto —tan intraducible como potencialmente abordable desde otras lenguas de modo que podría crecer y expandirse infinitamente— se narra la muerte de uno de los personajes protagónicos de este texto infinito, Anna Livia Plurabelle, y que representa una suerte de encarnación del río Liffey a su paso por Dublín.
Acompañan a esta lectura algunas imágenes domésticas íntimas, y otras de una naturaleza que transcurre y se disuelve a través del agua y la bruma.
En el texto de Joyce se siente la presencia de la noche y también los sonidos y murmullos de las aguas, del aleteo de los murciélagos revoloteando, de una espiritualidad configurada por seres, accidentes naturales y sus correspondientes sónicos. Una musicalidad que se nutre también de las extrañas formas lingüísticas con las que Joyce compone este texto y en general toda la «novela». De algún modo, se conecta con otro relato más temprano del propio Joyce: The Dead (1914). También aquí, aunque desde una narrativa más ortodoxa, se nos relata cómo la nieve, el viento y la lluvia se funden con el universo y con los cuerpos de los vivos y de los muertos. La naturaleza aquí —y como en FW— es relatada como un asunto que acompaña e intensifica pérdidas, ausencias y emociones.
Tan solo un siglo más tarde, el presente y su realidad natural nos ofrece datos alarmantes: en Svalbard, apunta Nogués-Bravo, el clima se ha calentado cinco veces más que en el resto del planeta y el deshielo en el Ártico podría ser algo irreversible. Y estos y otros cambios han sido producidos por la acción humana. En el primer prólogo de End, nuestro científico eleva la vista al cielo mientras se escucha el ruido de los motores de un avión.
La película de Dora García, por el momento, se ocupa de situarnos como espectadores críticos y sensibles ante ese abismo del tiempo establecido por realidades sonoras y visuales tan alejadas en su transmisión política y poética.
Juan de Nieves, comisario de CNIO Arte
1 Tomado libremente del relato The Dead, perteneciente a la obra de James Joyce Dubliners (1914).
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