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Encuentro sobre proteínas que podrían dar pie a una nueva generación de fármacos oncológicos.
CNIO-“la Caixa” Foundation Frontiers Meeting 'Molecular Chaperones in Cancer', del 2 al 4 de mayo

28.04.2017

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Se han identificado ya unas 500 proteínas implicadas en los diversos tipos de cáncer, y sin embargo los fármacos existentes actúan solo contra el 5% de ellas. Una parte importante de la investigación, por tanto, se orienta a buscar compuestos que actúen sobre proteínas huérfanas, cuyo principio de acción sea por tanto innovador. Esto es clave, afirman los investigadores, para diseñar terapias muy ajustadas al cáncer de cada paciente: la perseguida medicina personalizada, más efectiva y con menos efectos secundarios. Una peculiar familia de proteínas que podrían convertirse en diana de una nueva generación de fármacos oncológicos, algunos de ellos ya en ensayo clínico, son las chaperonas moleculares. Algunos de los principales expertos internacionales en esta área analizarán la próxima semana en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid, sus últimos avances.

El CNIO-“la Caixa” Foundation Frontiers Meeting ‘Molecular Chaperones in Cancer‘ se celebra del 2 al 4 de mayo con el apoyo de la Fundación Bancaria “la Caixa”. El encuentro, que congrega investigadores de Europa, Estados Unidos, Japón y Australia, está organizado por Nabil Djouder (CNIO); Wilhelm Krek (ETH, Zurich); Paul Workman (The Institute for Cancer Research, Londres); y Xiaohong Helena Yang (Cancer Cell, Cambridge, EEUU).

EL ‘112’ MOLECULAR DE LA CÉLULA

Las moléculas chaperonas pertenecen a una familia de proteínas muy conservadas por la evolución llamada proteínas de choque térmico (heat shock proteins en inglés, siglas HSP). Existen en todo tipo de organismos, incluidas bacterias, lo que indica que son tremendamente importantes, y vienen a ser, en términos metafóricos, el 112 de la célula: la respuesta a una llamada de emergencia celular.

Las proteínas de choque térmico hacen posible que la célula sobreviva en condiciones de estrés. Se descubrieron a raíz de que, en los años sesenta, un investigador calentara moscas de la fruta (Drosophila melanogaster, un organismo modelo habitual en los laboratorios), y observara que apenas unos minutos después estos animales sintetizaban grandes cantidades de las hoy llamadas proteínas de choque térmico. Ahora se sabe que también el frío, la radiación UV, los cambios de presión y otros daños hacen que la célula estresada produzca estas proteínas.

Como explica Paul Workman, presidente de The Institute of Cancer Research (ICR) -uno de los principales centros de investigación en fármacos contra el cáncer a escala internacional-, las células cancerígenas tienen por el mismo hecho de serlo daños específicos, y son precisamente las proteínas chaperonas las que les permiten sobrevivir a ellos. Es decir, una célula tumoral necesita proteínas chaperonas para seguir viviendo y proliferando. Así pues, una estrategia posible para combatir el cáncer sería bloquear las proteínas chaperonas.

¿UNA NUEVA GENERACIÓN DE FÁRMACOS CONTRA PROTEÍNAS CHAPERONAS?

Workman fue uno de los principales proponentes de esta estrategia, algo más de una década, en concreto con la molécula chaperona HSP90. En su día fue una idea polémica, señala Workman, porque las moléculas chaperonas también son indispensables para las células sanas. Pero hoy se exploran ya 16 compuestos que bloquean la acción de HSP90, y Workman se muestra esperanzado por su actividad en especial contra el cáncer de mama. Su papel podría acabar siendo importante también para combatir la aparición de resistencias a las nuevas terapias de la medicina personalizada.

Workman, bajo cuya dirección el ICR ha llevado a ensayo una veintena de nuevos fármacos oncológicos, ha acuñado la expresión Drugging the cancer genome -traducible por Tratar el genoma del cáncer– para resaltar la necesidad de “descubrir fármacos innovadores que actúen sobre proteínas actualmente huérfanas, en vez de desarrollar fármacos del tipo ‘yo también’, que simplemente reproducen el efecto de medicinas ya conocidas”, afirma.

En el próximo CNIO-“la Caixa” Foundation Frontiers Meeting se presentarán los resultados de estos ensayos con HSP90 y también con otras chaperonas moleculares. Se abordarán igualmente avances más básicos, por ejemplo en la comprensión de cómo exactamente llevan a cabo su función en la célula las proteínas chaperonas y cuál es su papel en el cáncer y otros procesos como el envejecimiento. Este último será el tema de la conferencia inaugural del congreso, a cargo de Richard Morimoto, de la Northwestern University, en Evanston, EEUU.

“Las proteínas chaperonas juegan un papel esencial en el plegado, la estabilidad y la actividad de las proteínas en células sanas y patológicas, incluyendo las tumorales”, explica Djouder. “Sin embargo, a pesar de los recientes progresos tenemos aún mucho que aprender sobre los detalles precisos de su funcionamiento y sobre cómo promueven la proliferación del cáncer, a menudo creando redes de interacciones entre ellas”.

Uno de los investigadores que abordará específicamente el papel de las chaperonas en el correcto plegamiento de las proteínas celulares es Johannes Buchner, de la Universidad Técnica de Munich, Alemania.

El encuentro se celebra en memoria de la investigadora Susan Lindquist, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), fallecida de cáncer en 2016.


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